Aunque de antiguo existió en la cofradía una representación de Jesús camino del Calvario, a mediados del siglo XVIII se planteó la necesidad de realizar una nueva escultura. Se vendió la existente a la parroquia de Luyego de Somoza, donde todavía se conserva, y en 1763 se encargaba una nueva versión a un artista polifacético que era el maestro de obras de la Catedral asturicense, Juan Francisco Terán. Una escultura de bastidor, de proporciones correctas, vino a ilustrar uno de los capítulos esenciales del ciclo de la Pasión. La Cofradía cede la imagen a la Hermandad de Caballeros del Silencio, que la procesiona en la noche del Jueves Santo.