La singularidad de esta escultura y de lo que rodea su presencia en la Semana Santa de Astorga, la convierte en un símbolo esencial de la Cofradía. De madera policromada y con articulaciones de cuero, fue realizada por el escultor Gregorio Español, en los primeros años del siglo XVII. La representación se realizó para llevar a cabo un antiguo episodio de teatro sacro, el Desenclavo, con el que se potenciaba la acción dramática de la Pasión haciéndola más real. El acto, ahora afortunadamente recuperado en la Plaza Mayor en la tarde del Viernes Santo, se hacía en origen en la iglesia del convento de San Francisco, para proseguir desde allí la procesión del Entierro de Cristo.
Participa también en la procesión penitencial de la madrugada del Viernes Santo.